XIV. Jaco Pastorius: obsesión por la perfección
¿Cuál es el precio de la grandeza? ¿es posible que la perfección y el balance convivan?
Diez mil horas
Se dice que uno necesita 10.000 horas de práctica para conquistar una disciplina.
Este número —probablemente un poco arbitrario— implica que para una persona que practica una actividad todos los días, una hora por día, le llevaría más de 27 años dominar dicha actividad. Este cálculo aproximado hecho de manera grosera nos invita a pensar que casi nadie de menos de 30 años debería tener maestría absoluta sobre ninguna disciplina.
Y sin embargo, en marzo de 1976 salía a la luz un disco de jazz que presentaba a dos jóvenes desconocidos que parecían estar destinados a ser, respectivamente, los mejores guitarrista y bajista de su generación: Bright Size Life, el disco debut del guitarrista Pat Metheny. La formación que grabó el disco consistió de un trío donde la otra gran potencia era, ni más ni menos que la revelación Jaco Pastorius, tocando el bajo eléctrico. Metheny tenía 21 años al momento de la grabación y Pastorius 24 y eran, bajo cualquier estándar, maestros de su arte.
Bright Size Life no hizo mucho ruido al momento de su publicación (vendió más o menos 900 copias), pero las críticas en retrospectiva lo consideran uno de los discos más importantes del jazz. Hoy, hay una copia preservada en la biblioteca del congreso de Estados Unidos por su importancia cultural.
Este disco presentó al mundo a dos talentos musicales tan descomunales como diferentes entre sí: Pat suele mostrarse como una persona humilde, calma y optimista. Jaco podría haberse descripto como un torbellino de energía y ego. Si bien ambos demostraron ser personas completamente diferentes, el factor común que los unía era el de la disciplina y la práctica constante.
Hay una cualidad de Bright Size Life que me resulta sorprendente: tiene a dos virtuosos, y sin embargo se siente completamente balanceado y moderado. Metheny y Pastorius podrían pelearse por ser el centro de atención, pero sin embargo optan por tocar lo justo y necesario, no caen en el error novato de “tocar de más” y en ningún momento se siente que apuntan más alto de lo que pueden entregar.
Sus caminos no se volvieron a cruzar en el estudio, pero este disco debut se mantiene como un ejemplo de que el virtuosismo no quita sensibilidad y el talento no implica egocentrismo. Y aunque a Jaco sólo le quedaban doce años de vida, ambos expandirían lo que se consideraba posible para su instrumento y la música.
El mejor bajista del mundo
Como adelanto en el título de este artículo, hay una palabra que resume la relación de Jaco con la música: obsesión.
Pocos bajistas (incluso diría: pocos músicos) son tan universalmente considerados referentes de su instrumento como Jaco Pastorius. Hay dos o tres documentales sobre su vida y obra, donde algunos de sus admiradores dan testimonio de la influencia que Jaco tuvo en ellos: Flea, Sting, Bootsy Collins, Geddy Lee, Robert Trujillo… la lista sigue y parece un salón de la fama del bajo eléctrico.
Mientras muchos músicos toman el camino natural de empezar a grabar apenas adquieren el nivel suficiente para defenderse en un estudio, Jaco cultivó su arte de manera paciente y perfeccionista antes de siquiera aparecer en un disco de estudio. Para cuando salió Bright Size Life, ya era un maestro del bajo eléctrico y tenía un sonido característico que es (al día de hoy) tanto admirado como imitado: en busca de un sonido nuevo, Jaco arrancó los trastes de su bajo Fender y rellenó los surcos con masilla epoxy. El resultado: un bajo sin trastes, con un sonido amaderado, cálido y expresivo, que resuena en casa nota y le permite deslizar las notas de manera fluida. Para aquellos que toquen un instrumento de cuerda, sabrán que hacer esto hace que resulte muchísimo más difícil afinar, ya que el bajo se convierte en una especie de violín o cello, que no tiene divisiones claras entre notas y uno debe ser extremadamente preciso para no desafinar.
Este sonido lo acompañó toda su carrera, y aunque el famoso Bass of Doom (bajo de la perdición) no era el único bajo que tocaba, sí le brindó una voz que reflejaba el carácter complejo de la manera de tocar de Jaco: frases líricas, poco intuitivas pero sofisticadas y muy versátiles. Él tenía la habilidad de cantar con el bajo, mantener un groove muy relajado o usar el instrumento de manera casi percusiva.
Tan solo un mes después del lanzamiento de Bright Size Life, Jaco publicó su primer álbum solista homónimo. Su disco debut, presentado por primera vez en abril de 1976, es una tesis magistral sobre el bajo como instrumento. Cada canción del disco es una declaración: el album abre con Donna Lee, un cover de Charlie Parker que implícitamente dice “lo que Charlie Parker fue al saxo, yo lo soy al bajo eléctrico”.
Como adelanté unos párrafos atrás, Jaco también destacaba por su capacidad de acompañar aportando soltura y un groove muy relajado que llenaba de energía a sus acompañantes, como se puede ver en el segundo tema, Come on, Come Over.
De la misma manera, el resto de las canciones del disco sirven para mostrar su versatilidad, talento y expresividad. Jaco era un genio creativo, un compositor muy maduro y un excelente improvisador. Cada canción tiene su brillo y vale la pena escuchar el disco entero.
¿Qué pasó después? Jaco logró hacerse conocido rápidamente luego de su disco debut, pero incluso antes que este saliera, había logrado entrar en la banda más importante de jazz fusión del momento: durante un festival de música, Jaco se acercó a Joe Zawinul de Weather Report y le dijo
“Soy Jaco Pastorius, el mejor bajista del mundo”
Zawinul, que no era ningún perrito mojado, se sorprendió por la actitud pedante del tipo que tenía enfrente, pero al escucharlo tocar entendió que tenía razón, así que decidió incluirlo en el disco que estaba grabando con Weather Report, Black Market (1976).
Jaco solo toca en dos canciones de ese disco, pero su talento y la química que trajo a las sesiones de grabación fue tal que el bajista de la banda, Alphonso Johnson, decidió dejar el grupo para hacer lugar a Jaco.
Lo que siguieron fueron los años dorados de su carrera: apariciones en más de 50 discos, tanto siendo miembro de grupos como invitado. Entrevistas, tours, festivales, presentaciones en solitario, y por supuesto, excesos. Excesos que mostraban lo desbalanceada que eran su vida y su mente.
Master of one
Existe una frase en inglés que dice “Jack of all trades, master of none, but oftentimes better than a master of one”. Significa que es mejor ser habilidoso en varias actividades, sin dominar ninguna en particular, que ser experto en una sola. En un sentido amplio, la frase habla de la importancia del balance en la vida y del valor de la diversidad.
Jaco no era una persona exactamente balanceada: por lo que pude ver en los documentales sobre su vida, su único interés a partir de cierto momento de su vida era tocar el bajo. De manera progresiva, fue mostrando una salud mental en declive. Sus episodios maníacos donde escribía (piezas brillantes) de manera compulsiva se intercalaban con periodos depresivos de abuso de drogas y alcohol, y comportamiento autodestructivo.
Luego de un tiempo, llegando a la década de 1980, Jaco empezó a ser cada vez menos confiable como profesional: desaparecía repentinamente, grababa música de manera errática y poco ortodoxa, y se perdía constantemente en sus adicciones. Dicen que llegó a tirar su bajo al mar durante una gira por Japón, a raparse la cabeza repentinamente en el baño de un avión y que muchas veces no se presentaba a grabar.

La obsesión de Jaco por ser el mejor bajista del mundo le costó su salud mental, aunque también se puede ver en el orden inverso: ¿tal vez solo una persona tan desequilibrada como él podría dedicar tantas horas de su vida a un único objetivo? Donde una persona normal busca tener una vida social sana, tener pasatiempos diversos y mostrar aunque sea un poco de mesura, Jaco se manejaba en extremos: su música o nada.
Word of mouth: la carta de despedida
En 1981, el vínculo entre Jaco y el resto de Weather Report estaban muy desgastado. El mítico bajista seguía tocando igual de bien (el excelentísimo disco en vivo Night Passage es evidencia de esto), pero las tendencias erráticas que comenté antes se acentuaban cada vez más, y esto tenía su impacto.
Para fines de ese año, Jaco ya había dejado la banda y empezado a trabajar en el que sería su segundo y último disco de estudio solista: Word of Mouth (“de boca en boca”).
Este disco es completamente diferente a su disco debut. Donde el disco anterior había mostrado virtuosismo como una declaración de grandeza, en Word of Mouth Jaco usa su destreza solamente como un medio para comunicar un mensaje. Y ese mensaje, para mí, es una despedida.
El disco abre con Crisis, un tema caótico y maníaco. Un bajo secuenciado suena de manera constante, como helicóptero mientras el resto de los instrumentos tocan solos erráticos de manera cacofónica. Los músicos que participaron tocaron de manera individual, por lo que no se podían escuchar entre sí y la pieza es una juxtaposición de incoherencias. Jaco hizo esto a propósito para mostrar el proceso emocional que estaba sufriendo. Warner (la discográfica que editó el disco) le pidió que no abra el disco con esa canción porque sería muy difícil de vender el album pero Jaco, queriendo hacer una declaración, se mantuvo firme.
Del caos agresivo inicial, pasamos al opuesto: Three Views of a Secret es una de mis canciones preferidas de todos los tiempos. Es una canción vulnerable, sensible y honesta. Una de sus cualidades principales es que tiene a Toots Thielemans tocando la armónica, un músico al que Jaco admiraba profundamente y quien muchas veces mostraba una actitud casi paternal hacia el joven bajista. Les dejo un video de una de las últimas presentaciones en vivo de Jaco, que acompaña con el piano a Toots, interpretando esta canción. Les recomiendo que lo vean, es una canción hermosa y el cariño que se demuestran entre ambos es enternecedora. En Three Views of a Secret Jaco demuestra, una vez más, su sensibilidad para componer. Más de una vez he llorado viendo este video.
El disco cierra con John and Mary, nombres de los hijos de Jaco. En la misma, se puede escuchar a John riéndose mientras Jaco toca un solo de bajo cargado de amor y de dulzura, acompañado al unísono por el saxofón de Wayne Shorter, compañero de Weather Report. Al final de la canción, una procesión de instrumentos tropicales repite el estribillo mientras Jaco canta la última melodía del disco y de su discografía. No tengo evidencias pero tampoco dudas de que es una despedida a sus hijos.
Luego de publicar Word of Mouth, la salud mental de Jaco siguió empeorando. Su falta de profesionalismo para grabar y para manejar su vida hizo que perdiera los pocos trabajos que le quedaban, y para 1986 terminó viviendo en un parque.
En 1987, continuando con sus hábitos autodestructivos, salió de un concierto de Santana en el que se había colado y provocó al guardia de un bar. Tuvo la mala suerte de que el patovica era cinturón negro en karate, y la confrontación terminó con Jaco internado. Perdió la vida pocas horas después.
La vida de Jaco Pastorius es el caso emblemático de “consumirse en lugar de apagarse”: un fogonazo de talento que duró poco pero tuvo un impacto monumental. El bajo de Pedro Aznar en los primeros discos de Serú Girán es un fiel homenaje al estilo y sonido de Jaco. Las generaciones de jóvenes bajistas que siguieron lo tomaron como referente, y lo siguen haciendo hoy en día. Mi viejo profesor de guitarra me contó que una vez arruinó un bajo sacándole los trastes para tratar de tocar como Jaco.
Y aunque su vida y obra siguen siendo valoradas hasta el día de hoy, cabe hacerse la pregunta: ¿vale la pena ser el mejor en algo, si eso es a costa de nuestra sanidad? No quiero decir que hace falta ser un loco para poder ser excelente en algo. Hay mucha gente sana que logra ser brillante sin sufrir a nivel emocional, pero pocos han llegado al nivel de Jaco, en cualquier disciplina. Una vez vi en un documental de Paco de Lucía que el famoso guitarrista era un padre abandónico. Steve Jobs era bastante mal tipo y no tenía vínculos emocionales significativos con nadie, por lo que todos suelen decir.
¿Acaso el precio de la verdadera grandeza suele ser la soledad y el caos? Puede que no sea una regla universal, pero también es importante recordar, cuando somos mediocres en lo que nos gusta hacer, que es más sano disfrutar de muchas cosas que ser maestro de una sola. Te quiero, Jaco.








Super!
muy bueno y coherente